La relación entre los profesionales de Atención Temprana y la familia, debe y tiene que basarse en la confianza y en la transparencia, una máxima que valoramos con especialidad sensibilidad en InterActúa, donde la Atención Temprana es vital.
Soy madre y estoy contigo
Es un hecho, la incertidumbre que suele acompañar a una familia, cuando acude a un centro especializado en busca de respuestas: “algo no va bien”, “qué sucede”, “qué podemos hacer”, son las cuestiones más comunes junto a sentimientos encontrados y dudas que transmiten en su mirada y que como madre, “las hago mías”, a pesar de la mucha experiencia y años que transcurran, porque su angustia, es también la mía.
Recuerdo mis primeras entrevistas, cuando comencé a trabajar en Atención Temprana y recibía a las familias junto con sus hijos: un caos total. Lo más habitual era, que uno de los padres estuviera más preocupado entreteniendo a su hijo para que no tocase nada, se llevase algún objeto a la boca o intentar acunarlo para tranquilizarlo y así poder mantener una conversación, muy dificil de conseguir en una sala infantil, acondicionada con juguetes.
Fueron mis inicios y pronto entendí la necesidad de realizar esa primera entrevista a solas con los padres o tutores, con el objetivo por un lado, de “sentirse escuchados” sin ningún condicionante que les impidiese expresas sus preocupaciones, emociones o sueños de futuro y por otro lado, como profesional, para conocernos desde la importancia de establecer un equipo.
Un camino que se hace en equipo
Para InterActúa, la base fundamental para alcanzar el éxito ante cualquier tratamiento en Atención Temprana se basa en el trabajo en equipo, que está integrado por todas aquellas personas que estén cerca del niño desde los padres, abuelos, docentes, profesionales de atención temprana e incluso mascotas. Todos tenemos que formar un engranaje perfecto que nos permita avanzar en sintonía, con positivismo y hacia la consecución de logros.
El proceso de este camino, donde “desconocemos el destino”, comienza por la necesidad de estas familias de un tiempo para asentar la nueva situación, guiada en todo momento por nuestros profesionales y sintiéndose acompañadas.
Son muchas las dudas y preguntas por hacer y ya en las primeras sesiones la pregunta estrella es “cuando hablará” y ahí es cuando intentamos haceros ver que nuestras metas van a ir a corto plazo y que vamos a subir las escaleras peldaño a peldaño para no caernos, porque un traspié nos puede hacer mucho daño.
En este sentido, es muy importante que la familia adopte un papel activo, en la estimulación de su hijo. Y nuestra responsabilidad como profesionales, es dotarles de estrategias y mantener una escucha activa de sus necesidades.La mirada inicial de angustia, que nos encontrábamos en la primera entrevista, puedo decir que en las primeras sesiones se transforma.
Caminamos juntos
Comenzamos a jugar, comenzamos a estimular, los padres comienzan a conectar con sus hijos y comenzamos a ver un cambio en la mirada tanto del niño como de sus padres y comienzan a llegar los primeros logros.
Es un trabajo muy bonito y emocionante, por muchos niños y niñas que vea, por muchas sesiones que haga me sigo emocionando cada día.
Son muchas las familias que han pasado por “mis manos”, en sesiones que hemos tenido de todo risas, llantos, vómitos, las primeras palabras que podían ser desde “coche” a “cocodrilo”. Temporadas buenas y temporadas malas y también malísimas, para eso estamos los profesionales de la atención temprana, para apoyaros y ayudaros a levantaros cuando lo necesitéis. Porque si es difícil ser padre, a vosotros os lo han puesto un pelín más difícil.
Hace una semana dimos el alta a un niño con 10 años, que comenzó “su camino” en InterActúa, con 2 años de edad. Qué bonito fue cuando al hablar con su madre me decía un simple “GRACIAS, gracias por estar ahí, por acompañarnos y guiarnos”.
Me quedo con esas palabras, porque ese es el papel de un profesional de la atención temprana. ACOMPAÑAR Y GUIAR A LA FAMILIA.